En las últimas décadas la tecnología diésel ha protagonizado en Europa el dominio absoluto en cifras de ventas. Con su llegada, los motores de gasolina se estancaron y las cifras de consumo comenzaron a disminuir.
No obstante, en los últimos años la distancia en número de ventas se ha ido acortando entre los dos tipos. ¿Por qué ya no parece tan buena idea comprar un motor diésel?
El precio es una de las grandes diferencias entre ambas tecnologías. Aunque estas cada vez son menores, los vehículos de motor diésel siguen siendo más caros; una diferencia de precio que cada vez resulta más complicada de amortizar.
Los motores diésel emiten una gran cantidad de elementos contaminantes. Estos gases y partículas se deben depurar antes de ser expulsados, lo que se consigue gracias a la aplicación de tecnologías complejas que siguen encareciendo el precio del vehículo.
Por otra parte, cada vez son más las ciudades que se plantean el acceso de coches diésel para proteger el medio ambiente y la salud de las personas. Los coches de gasoil producen óxido de nitrógeno, que contribuye al calentamiento global y a la lluvia ácida. Además es perjudicial respirarlo, llevando a problemas respiratorios.
El concentramiento de estos contaminantes en el centro de las grandes ciudades produce que la calidad del aire se empobrezca. No obstante, no todas las ciudades prohíben la entrada de estos vehículos por motivos de salud. Algunas como Oslo quieren prohibir el mero hecho de aparcar por el espacio que roban los coches en la calle. Otras ciudades como Madrid también usan este argumento, queriendo dar más espacio a los peatones y a transportes alternativos como la bicicleta.

Reparaciones más caras

La utilización de sistemas de inyección de urea, filtros de partículas, mecanismos de inyección de alta presión y válvulas recirculadoras de gases extremadamente complicadas hacen que las facturas de reparación puedan ser sensiblemente más abultadas que si hablásemos de un motor de gasolina.
Aunque de forma aparente el coste de utilización de un diésel es menor debido al menor consumo y al precio inferior de los carburantes, la realidad es otra. Un vehículo con motor diésel paga una tasa más alta a la hora de realizar las inspecciones de ITV, y, en cada vez más ciudades, el estacionamiento regulado bonifica a híbridos y eléctricos en detrimento de las mecánicas convencionales.
Los fabricantes se han dado cuenta de todo esto y han desarrollando motores más potentes y más eficientes de gasolina, que además mantienen las cualidades propias de un motor alimentado por este combustible, como una mayor suavidad de funcionamiento y un mayor agrado de conducción.
Los motores de gasolina son más eficaces que nunca, con unos consumos que en muchos casos son fácilmente equiparables a un motor diésel.
Además, un coche diésel no es igual de adecuado para todos los conductores. Los vehículos diésel que hacen muchos kilómetros en carretera tienden a romperse bastante poco, ya que al ir más altos de revoluciones, se quema mucho mejor el combustible. El problema viene si eres un conductor que hace pocos kilómetros y encima casi todos transcurren en ciudad. Esto provoca bastantes averías por acumulaciones de carbonilla y problemas en los sistemas anticontaminación.


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